7.10.07

De ordinario detesto al cuervo pero esta mañana...sobre la nieve


Querido cuñado:

bendigo el día en que el gracioso Dr. Milpupilas jugueteó en los quirófanos de Palacio con los rostros de Ramonet, Manolillo y María Unpajote. Los tres fueron previamente capturados por la Guardia Civil Zurda y Milpupilas los convirtió, con gran maestría, en dobles perfectos de Diga la Única, del Embajador Marmita y de un servidor. Ahora pagan su villanía y su condición esbirra escuchando las enumeraciones del burlado Cetrino. Un terrible chantaje ideado por nuestros servicios secretos logra que no revelen su verdadera identidad. Tres de los cuatro Oscuros Retoños que me son fieles se ofrecieron voluntarios a Milpupilas para, a su vez, mutar sus rostros en los de los falsos Ramonet, Manolillo y María Unpajote que cada día acompañan a Zepporro y del que me envían suculentos documentos gráficos que atesoro en una coqueta caja lacada.

Me duelen las circunstancias actuales de los habitantes de Tomoyasville pero los placeres que me ofrece la vida en territorio nipón y la distancia transiberiana que me separa del molesto cetrino me consuelan sobremanera.

Aquí ejercito mi caligrafía escribiendo haikus que cantan la belleza de lo cotidiano, compongo bellos arreglos florales que decoran el tokonoma de nuestra suite presidencial y me he pasado del violín al shamisen. En el jardín de piedra, contiguo a mis dependencias, he recreado con musgo, grava, rocas y pequeños estanques, los mínimamente añorados dominios de la República. Un grotesco sapo de piedra sobre el área que representa la Metrópoli Medusiana me recuerda la presencia del Mal y de la Idiocia. Pero de momento no creo que vuelva a combatirlo, me cansan y me dan pereza sus abyectas argucias y también debo, desatendiendo la Res Pública, procurar una vida gozosa a mis más próximos: Diga la Única, Marmita y el Oscuro Retoño que me queda y que tantas alegrías me da.

Pero no nos excusemos en ello. Tú lo diagnosticaste certeramente: el hedonismo es mi pecado.

Sé que Rimbombante te extraña y también, por supuesto, tu hermana Diga. Sé que te gustarían estas tierras politeístas de variopintos cultos. Incluso la Diosa, a buen seguro, encontraría parientes por aquí. Entiende estas palabras como una invitación a que nos visitéis. Rimbombante está deseando hacer un retrato de grupo al estilo de la Familia de Carlos IV. Tiene una bonita gama de pigmentos negros humo y blancos fémur a ti destinada. No receles de mis intenciones. Tu hermana y tu condición no me permitirían que te tocase un pelo de la cabeza.

Si aceptas nuestra invitación prohibiremos la presencia de pescado crudo en toda la ciudad. El Tren Bala Presidencial está dispuesto para recogerte donde digas. Las geishas corretean por Palacio con pasitos breves locas de contento ante la posibilidad de tu visita.

Me despediré con un haiku de mi cosecha:

Luna llena de otoño
sobre el vil sapo
pego un moco

Te esperamos,

Tomoya Sensei

26.5.07

El Músculo Insomne

Salón de los Graznidos del abyecto Zepporro

Plaza de la Abogada Ascensión Xirivella. La multitud llena el lugar a excepción de un estrecho pasillo que protege la Guardia Civil Zurda. En las esquinas de la plaza se queman viejas banderas con el escudo de Zepporro: una caca sobre fondo rojiblanco. Filaes de comparsas moras y sus respectivas bandas de música, bien provistas de timbales y trompetas, bellas patinadoras de inverosímiles piruetas ingrávidas, colegialas nínfulas de todas las Escuelas Públicas del Estado Medusiano con carpetas en el pecho, rosas en la cara y falditas plisadas de cuadros escoceses, camareros finalistas de las carreras-con-bandeja y bailarinas cariocas con frutales tocados abren paso al Seat Arosa descapotable del Presidente, que conduce Diga la Única, y en cuyo asiento trasero, Tomoya I y Torrija Zen, dialogan, comen pipas y saludan a los ciudadanos liberados.


TORRIJA: ¿Acaso duerme el músculo?
TOMOYA I: El músculo de la República es insomne y siempre está presto a propagar la felicidad de nuestro Estado de Bien Estar y Mejor Aparentar.
TORRIJA: ¡Qué desnutridos los tenía el vesánico Zepporro! ¡Qué arquitectura infecta han tenido que sufrir! Fíjate, Presidente, en ese horrible mamotreto de trencadís que representa una descomunal mandíbula rojiblanca. ¡Qué felices se les ve destrozándolo!
DIGA LA ÚNICA (girándose): No olvidéis saludar con vuestras manitas, calva una, pilosa la otra, a estas buenas gentes que os quieren. ¿Paro un instante y besáis unos niños?
TOMOYA I: Sin duda, sí. Aproximadme éste que se le ve limpio (señala un niño de entre los muchos que le son ofrecidos, le besa en la frente y lo alza graciosamente al cielo). Pequeño, juro ante tus progenitores, vecinos y conciudadanos, que nunca más estarás desnutrido, que la señal de la muy educativa Televisión Republicana llegará sin interferencias a tu hogar que dispondrá, como el de todos los ciudadanos de la República, de piscina olímpica cubierta, spa, mesa de billar y mueble-bar estilo fifties, y que tu adolescencia nunca será difícil pues las roscas estarán aseguradas por nuestra Administración y los granos perfectamente tratados por los gabinetes de estética medusianos.

(Ovación máxima)

TOMOYA I: ¡Ciudadanos de la República! ¡La pesadilla zeporriana máxima ha sido expulsada de estas tierras! ¡No más abdominales al mediodía! ¡No más pantallas gigantes retransmitiendo incansablemente las canciones balcánicas de Eurovisión! (Sin poder contener las lágrimas, el puño crispado) ¿Cómo? ¿Cómo habéis podido soportar tanto horror? ¿Cómo no vinimos antes a liberaros de este régimen norcoreano?

(Ovación recontramáxima)

TOMOYA I: (Sentándose de nuevo en el Arosa y enjugándose las lágrimas) Hemos sido blandos, Torrija Zen, hemos sido injustos abandonando a esta gente. Se me parte la sínfisis del púbis. No podemos permitir una nueva zeporrización en nuestra playa de la Malvarrosa... (Gritando y algo sobreactuado) ¡Cruel Zepporro, viejo loco vanidoso, girarás y girarás en la infernal rueda eterna de la soberbia cochina!
TORRIJA (ráscandose el cuello): Y yo lo veré, por estar siempre palote, mientras me asfixio eternamente en azufre y gasolina. Maldita sea mi estampa y benditas las minifaldas todas, también, si me lo permite, la suya, Presidenta Diga.
DIGA LA ÚNICA (frenando el Arosa ante la puerta de lo que fue hogar de Zepporro Máximo): Permitido le es el piropo, adulador diplomático, mas no le es necesario regalar nuestros oídos pues bien sabe que el Presidente le tiene un aprecio sin fisuras y sin sensatez. Amado mío, love me forever, ya me cansa tanta vuelta y griterío, tanto pétalo de alcachofa. Quizás fuese llegado el momento de mostrarnos en el balcón de la que fue morada del desleal Zepporro y traer ilusión a nuestros hambrientos conciudadanos.
TOMOYA I (incorporándose y saludando a los ciudadanos): Dices bien, Diga. Bien se dice que Diga siempre dice lo que decir toca y bien dicho lo dice Diga. Dejemos aquí nuestro Arosa, the Earth Force One, que con tanto giro a la plaza la carrera de camareros anda desnortada y temo por sus sifones de agua de seltz.
TORRIJA (cerrando la puerta con gesto aburrido): ¿Y dices que el Señor del Sie7e, tu alucinado cuñado, piensa visitar la Malvarrosa en día-de-no-fritanga para beber una Franciskaner con Zepporro y recoger información de su afeminado espía?
TOMOYA I (repentinamente alterado): ¡Así es y se me revuelve la nuez al imaginar tanta hez en la playa donde jugó mi niñez!
TORRIJA: ¡Pardiez!
TOMOYA I (girándose bruscamente y señalando con el índice al Embajador): ¡Vas a ir allí, Embajador Torrija! Así lo tengo decidido. Les llevarás unas onion-bahji en señal de buena voluntad y acordarás las condiciones para disputar un partido de tenis-plahia en el pequeño maracaná que el cetrino ha construido en la Malvarrosa, una partida de póker en el Cráneo de Ymir, una de petanca en esta recuperada Plaza de Ascensión Xirivella, una de parchís en el Café Polícromo de la Plaza del Cerdo y otra de pistolas-láser en el Centro Comercial Lumièrópolis que la malvada Mandíbula calculó y mancilló de modo innombrable. Quien gane la competición, o sea yo, continuará en su puesto de Presidente y los otros dos, hermanados y olvidadas rencillas pretéritas, formarán parte de mi Consejo De No Tan Sabios y Sí Un Poco Cretinos (el CDNTSYSUPC) o serán enviados a una remota delegación diplomática.
DIGA LA ÚNICA (sensata): ¡Tente, amado! Recuerda que tu juego tenístico es bello pero improductivo, que la ludopatía con los naipes te ofusca el entendimiento, que si este barbudo diplomático se cruza con buena moza no vuelve y que no sería la primera vez que hay que montar un gran despliegue militar por su incontinencia verbal y seminal.
TOMOYA I (meditabajo y cabizbundo): Diga dice bien probablemente. Pero la situación se enquista y aburre. Yo quiero mi playa, me duelen mucho los tendones, hay previsto un Campeonato Europeo Universitario de Voley-Playa y no me conformo, no, no me conformo.
Tú, Embajador, eres mi galante mimosín y tengo una estúpida fe puesta en ti. Ve, Torrija mía, alado mensajero de curva praxiteliana, amigo de los pulpos, no te cruces con la Srta. Unpajote, lleva mi mensaje a los malevos y sea lo que tenga que ser.

(Tomoya I, Torrija y Diga la única, atravesando ya el salón zepporriano que da paso al balcón de la arenga)

DIGA LA ÚNICA (mirando a su alrededor con un mohín de disgusto): ¡Qué mal gusto! ¿Lo repintaremos, verdad?
TOMOYA I: El embajador de la República en Barcelona, no sé por qué, me ha sugerido un alicatado hasta el techo para este salón, otrora llamado de los Graznidos, pues es donde Zepporro tenía instalado un karaoke con el que torturaba a sus súbditos desde el balcón. Es una petición sorprendente y de dudoso gusto pero ya que no pide demasiado se lo concederé. (Extendiendo someramente un brazo) Abre el balcón, Torrija, que allá voy.

(Ovación de la releche y lluvia de las acostumbradas hortalizas)

TOMOYA I (asomándose y extendiendo ambos brazos): ¡Xirivellenses, qué feo y malo era Zepporro!

30.3.07

Acto segundo. Escena primera


Personas del Acto Segundo

TOMOYA I
EMBAJADOR TORRIJA
DIGA LA ÚNICA
TRES TOMATES DEL PERELLÓ
SRTA. MARIA UNPAJOTE
UNA BERENJENA
MANUEL DE LA CALVA

Salón Gasparini de Palacio. Bonitos retratos de Tomoya I, ecuestres unos, reclinado en su chaise-longue los otros, y también una bonita escena pastoril de Diga la Única, rodeada de cabras y con su chihuahua favorito en brazos, ornan las paredes. Por los amplios ventanales, abiertos de par en par, entran todo tipo de hortalizas, bonita ofrenda que los simpáticos habitantes de Tomoyasville hacen a su Presidente.
Tomoya I y el Embajador Torrija pasean por la estancia evitando pisar berenjenas, tomates y garrofó.

TORRIJA: Te adoran Presidente.
TOMOYA I: Lo sé, azucarada Torrija, ello es evidente.
TORRIJA (observándose los nudillos): Es esta magnificencia, este entarimado de bambú chino, nuestra fértil huerta, lo que Zepporro añora. Sin mencionar lo cuadrogénico que quedas en los óleos, Presidente. Recuerda que el pobre Zepporro Máximo siempre tenía que hacerse retratar en formatos panorámicos, para que cupiese su Mandíbula Máxima.
TOMOYA I: Eso es así, zalamero Embajador, fritos tenía a los Pintores Presidenciales que veían cómo menguaba su cotización en las casas de subastas por el horripilante perfil de susodicho modelo. Desde Carlos II el Hechizado no se había visto mentón similar.
TORRIJA (rascándose el cuello): ¡Ah, la envidia cetrina, qué cetrina es! Por no mencionar al otro descerebrado, sus ojos en blanco, su burda estrategia de crispación y conspiración, su barato Ministerio de Propaganda que apenas puede pagar una botella de Marmitón a un músico ambulante para que le componga un festivo vejamen.
TOMOYA I: Bueno, hay que reconocerle al músico etílico que estuvo cumbre con aquello de...

(Tomoya I cantando con melodiosa voz)

“Llamó el amor y con María
toó wena estaba, la tía jodía. (wena jodía)”

TORRIJA (haciendo coros): ...wena jodía...
TOMOYA I: Y qué me dices, piloso Embajador, del patético manuscrito falso que delata el terrible parkinson de mi cuñado. Yo en el fondo le aprecio y me duele ver su estado físico y psíquico, pues Nacida Igual no es en balde nacida igual a él, si bien los iris de mi amada son redundantemente iridiscentes y no hay, de momento (tocando madera), síntomas de padecer ese terrible mal ni de sufrir demencia senil.

(entra por la derecha DIGA LA ÚNICA con un bonito miriñaque)

DIGA LA ÚNICA: Las mijillas, las mijillas...¡Resoplan!
TOMOYA I: ¡Querida, por favor! ¡No es necesario simular ahora enajenación ni envío de mensajes ocultos a su hermano D. Régulo Vientre Plano! Observa que no hay Oscuros Retoños Espías en este Salón Gasparini y ya sabes que el Embajador Torrija es de una fidelidad insobornable.
DIGA LA ÚNICA: ¡Embajador Torrija! ¡Dichosos los ojos que le ven tan fornido, tan vestido a la par que velludo y con sus acostumbradas manías!
TORRIJA (peinándose el vello de sus falanges primeras): Dichoso este humilde diplomático al contemplar tamaña beldad, cara de la cruz que, con perdón, es su hermano de usted.
DIGA LA ÚNICA: ¡No hable así de mi alucinado pero querido hermano! ¿Así es como paga el dulce tormento con que gentilmente le obsequió? Dígame, Embajador Torrija ¿un café?
TORRIJA: Sí.
TOMOYA I (señalando el suelo): ¡Deteneos! ¡Mirad a vuestros pies!
DIGA LA ÚNICA y TORRIJA (al unísono): ¡Medusa Divina! ¡Tres magníficos tomates del Perelló!
TOMOYA I: ¡Y habéis estado a punto de pisarlos, insensatos! Yo, por los poderes que me otorgo, propongo lo siguiente, hagamos una bonita Sentadilla Cómica y recojámoslos.

(Hacen la sentadilla y los recogen)

TORRIJA (admirado): Son magníficos. Los ciudadanos de Tomoyasville sin duda os adoran, Presidente.
TOMOYA I: Pediré cuchillos, platos, aceite y sal. ¡Chambelán! (y da dos palmadas)

(entra por la izquierda MARÍA UNPAJOTE)

TOMOYA I, DIGA LA ÚNICA y TORRIJA: ¡María! ¡Tú! ¡Qué rápido!

(cantan)

“toó wena estaba, la tía jodía. (wena jodía)”

MARÍA UNPAJOTE (cimbreándose): Sí. Yo. Ya estoy aquí, corazones.
TORRIJA (con gesto de arremangarse): ¿Pues no deberías estar retozando con Zepporro Máximo según lo acordado?
MARÍA UNPAJOTE: ¿A qué viene tanta sorpresa? ¿A qué tanto tomate? Toda la República conoce la fugacidad de los desahogos zeporrianos.
DIGA LA ÚNICA (los ojos en blanco): Las mijillas, las mijillas...¡Resoplan!
TOMOYA I: ...tranquila querida, tampoco ahora es necesario el fingimiento... ¡Gran Medusa, cuánto teatro! ¡Acabaremos todos locos! Qué duda cabe que este aburrido juego de agentes dobles y triples acaba confundiendo incluso a una mente tan preclara como la tuya, amada Diga. Qué hastío, qué follón, qué jaleo, qué enloquecido juego de espejos, ora cóncavos, ora convexos, qué delirante guión de novela negra chandleriana... ¡Todos, todos espías, todos agentes triples, todos cobrando, todos dando, todos recibiendo, todos intercambiando fluídos, favores, genes, cromos, insultos! ¡Qué desatino, cuánta maldad y egoísmo, cuánta vanidad, lujuria, gula y pereza, cuánto amancebamiento, qué tiberio, qué... (haciendo una sentadilla se agacha y recoge una berenjena)...¡Qué berenjenal!

(alzando los brazos al cielo)
¡Gran Medusa, qué harta debes estar! ¡Si hemos pecado, si de ti no somos dignos, manifiéstate!

(Suenan cuatro golpes en la puerta derecha)

TODOS (abrazándose y rascando el cuello al Embajador Torrija): ¡Oh!

(se abre la puerta y entra MANUEL DE LA CALVA)

TODOS: ¡Manolillo!
MANUEL DE LA CALVA: Presidente Tomoya, según lo acordado le traigo información del Condado de Ascensión Xirivella, la población está nerviosa, se dice, se cuenta...
TOMOYA I (cogiéndole de los hombros): Cuéntame Manolillo, cuéntame. ¿Qué se murmura? ¿Cómo está mi buen Zepporro? ¿Y Zar Polosco? ¿Acaso no son el mismo? ¿Sigue feliz, felicísimo, en su locura? ¿Qué se comenta, qué se bisbisea entre tintorro y tintorro? Dime fiel Manolillo ¿qué se canta?
MANUEL DE LA CALVA (cantando):

“un inglés dijo yeyé y un francés dijo lalá”

TODOS: ¡Qué condición tan mudada!


(siguen entrando hortalizas por los ventanales, como durante toda la escena, y el suelo está lleno de ellas)


TELÓN. FIN DEL ACTO SEGUNDO, ESCENA PRIMERA.

23.3.07

Variatio delectat


Querido Cuñado (no el séptimo, pero sí uno de mis sie7e cuñados):

Es en la desgracia cuando alcanzas cotas más altas de lirismo, cuando te muestras impepinablemente humano, demasiado humano como diría tu querido Nietzsche. La nobleza de la caída, la triste estampa del perdedor, te recubre con una pátina de color aceitunado y reflejos dorados que te hacen aun más atractivo. Bogart lo convirtió en un arquetipo y no veo por qué a ti no deba funcionarte igual de bien. No desesperes, tienes el porte, la mirada triste y el bonito ademán del fumador melancólico.

He visto a María, por delante y por detrás, y puedo comprender tu desespero. Por mi proverbial empatía puedo sentir asimismo la noche que sientes negra como su ausencia, el frío que te hiere como puñal vengador. Del mismo modo puedo entender la enajenación de mi Embajador y puedo prever su deriva futura hacia vulgar pelele. Nada se puede hacer ya por él, sólo celebrar su éxtasis actual y contener en lo posible su reguero de baba. Carpe diem y el vivo al bollo.

Pero si, tras nuestro inocente desencuentro, puedes aceptar un humilde consejo de cuñado que ama a la que es Nacida Igual a Vos, no te muestres débil ante la causante de tu desgracia (Zar puede darte clases de despecho, ha cursado un Máster). Ignórala, preséntate con tu mejor y más negro uniforme a su boda (el de la cabra primigenia bordada en hilo dental), y no cometas la vulgaridad de hacerte acompañar por sinuosa mujer, es un recurso demasiado obvio. Preséntate sin nadie de tu brazo, libre, arrogante y con paso firme, con una cordialidad indiferente y elegante en el gesto.

Veo que a Zar, como no podía ser de otro modo, le ha alegrado la felicidad amorosa del Señor del Cafesí que se une a la felicidad oceánica de toda Ascensión Xirivella. Ya resuenan las trompetas en las ubérrimas tierras de la República, ya todos sus habitantes practican la Sentadilla Cómica, ya se han enviado invitaciones a todos los mandatarios del planeta, ya la guerra ha terminado.


La primavera ha llegado justo a tiempo y Carmen Miranda y la Orquesta de Benny Goodman ensayan su actuación para la ceremonia.

Cuñado mío, celebrémoslo y con nuestro abrazo ante la prensa sellemos la paz. El Consejo de Ministras está redactando un generoso Plan Tomoya de Reconstrucción del Señorío del Sie7e (PTRSS).

Sí, Zepporro mío, tú lo has dicho, viva el amor.

20.3.07

Canastos


Por darle gusto al señor del sie7e diremos que, anoche, estando yo en la chaise-longe releyendo las obras completas de Milo Manara, siete golpes sonaron en la puerta de mi gabinete privado.
Abrióse la susodicha puerta y, a contraluz, se recortó la inconfundible silueta de mi querido Embajador.

“He vuelto, las patinadoras con sus rodillitas están en el patio y ella es mi delirio”

Nos fundimos en un abrazo y se le escapó un quejumbroso ay.

“¿Quién es ella?” pregunté.
“Está ahí fuera. Si das tu permiso...”

La figura que se recortó ahora a contraluz me pareció haberla visto en algún libro de ilustraciones de pin-ups. La señorita María Unpajote se sentó junto al Embajador Torrija en cariñoso acomodo. El atuendo de ambos era escasísimo, como de personas fugitivas que hayan vagado entre zarzas desgarradoras en noches de tiniebla y pedernal.

Era obvio suponer lo acaecido. Tras 40 días de castigo sistemático, torturadora y torturado habíanse enamorado con frenesí y planeado, entre palmadita y palmadita, la fuga. Aprovechando el característico embobamiento de los Oscuros Retoños, multiplicado por las circunvoluciones y piruetas de las patinadoras republicanas, Torrija y María alcanzaron una de las pequeñas puertas de abastecimiento del cráneo de Ymir. El anciano senil que la custodiaba apenas pudo hacer nada ante los encantos de María.

Tierra de nadie, alambradas, las mencionadas zarzas y unas amables patinadoras les condujeron hasta el motel “La Diosa” donde, ebrio, les recibió Banano Agudo.

He dictado orden de levantar el asedio al cráneo de Ymir. Mi querido barbudo ha vuelto a casa y el brillo de su iris y el arrebol de sus mejillas me dice que el trato ha sido bueno. Olvidaremos de momento los inocentes agravios de mi cuñado y pensaremos que sus blasfemias han sido producto de un desvarío pasajero.

Banano Agudo, acompañado de La Diosa, y las tropas republicanas vuelven a la metrópoli y haremos coincidir los festejos de su regreso con la Boda del Siglo a la que todo el orbe está invitado.

Torrija Valija Zenmaja, Embajador Plenipotenciario de la República de la Gran Medusa, Señor del Pla de la Mestra, Osito Panda de Oro de la Ciudad de Guilin y Barón de las Sentadillas, se casa con la Señorita María Unpajote, en fecha por determinar y en ceremonia civil celebrada, por los poderes que me otorgo, por éste que les escribe, felicísimo, Tomoya I.

27.2.07

Oh mammy blue

Zepporro Máximo, trota feliz


Si ya sabía yo que la labor del Ministerio de Cartografía sería titánica. El anterior Presidente de la República, bien llamado Zepporro Máximo, muestra lagunas importantes en conocimientos que deberían ser básicos para un estadista (véase A. J. J. CARPENTIER de LEMOS y ENTRAMBOSMARES (1982): Equívocos y Falacias en la Interpretación de Estadísticas Inguinales. Editorial de los Sentidos Hipnóticos, Valencia. O.280.492. y, del mismo autor, How to Lie with Statistics while playing the little chu-chu train. (1987) W. W. Patton and company, New York. O.280.678.) como son el censo de población y la ordenación del territorio.

El Instituto Republicano de Estadística publicó recientemente la actualización de los datos demográficos de nuestro territorio. Se conoce que los esbirros del anterior Presidente, bien por la dejadez propia que suele observarse en caducos músicos eurovisivos, bien por no hacerle mala sangre dada la indudable prosperidad de la República desde que abandonase su cargo, no le han informado de unos datos que, a grandes trazos, voy a comunicarle para que no vuelva a hacer gracietas sobre el número de combatientes desplegado alrededor del cráneo de Ymir.

La República de la Gran Medusa, como cualquier ceporro sabe, comprende los núcleos urbanos de Tomoyasville (capital y metrópoli), los asexionados barrios del Carmen, Benimaclet, playa de la Malvarrosa y Casa Guillermo, campus universitarios (incluída la UNED y toda su comunidad estudiantil por lejana que sea la distancia a la que estudien), la díscola pero apreciada plaza de Ascensión Xirivella, el Perelló, la piscina de Náquera, Tabuenca, el territorio hermano del Pla de la Mestra y Guilin, las colonias de Gor en Granada, Medusa en Albany, Ipanema con sus chicas, la Isla de Pascua con mis enigmáticas efigies y toda el área metropolitana de Tokio con sus 40 millones de amables habitantes.

Haga cálculos, altisonante amigo, y si su materia gris no da para tanto yo le ayudo: 40.679.423 medusianos dispuestos a todo por la Graciosa y Serenísima República. Y no cuento los chihuahuas ni mis cuatro Oscuros Retoños que, por nada del mundo, volverían al maligno Señorío del Sie7e.

Efectivamente, no paramos de crecer, y lo hacemos sin esfuerzo pues son muchas las naciones amigas que, vista la excelente calidad de vida y caldos que nuestra república del Bienestar proporciona, desean izar nuestra polícroma bandera con loro en todos sus edificios oficiales, acogerse a nuestra Constitución y hacer propios nuestro idioma, atávicas costumbres, idolatrías y selecciones deportivas.

He recibido, por cierto, noticias excelentes de Banano Agudo. Pronto terminará el conflicto que me enfrenta al Señorío del Sie7e. Las bonitas patinadoras allí desplegadas volverán, alrededor de Palacio girarán y las carpas del estanque en mi balcón sus nidos a colgar, y, otra vez, con las branquias en mis cristales, jugando llamarán.

11.2.07

Cintas magnetofónicas y luces de neón

Futil Gofre Smog, el veloz mensajero de pies alados y vista cansada, se presentó anoche en Palacio con una grabación magnetofónica que portaba en su zurrón-valija. Futil Gofre traía noticias del Ejército Republicano, establecido ya en tierras del sie7e, grabadas por el propio Futil al comandante en jefe de nuestras Fuerzas de Asedio, el general Banano Agudo.

Inmediatamente dejé de emitir las aceleraciones sónicas que estaba practicando con la flauta e hice aproximar el vetusto magnetofón a mi Relax Lounge Chair con otomana, de Charles and Ray Eames, adquirido a precio de ganga en internet.

Ésto escuché y lo transcribo aquí para dar noticia de lo que acontece allá:

(...carraspeos, risas nerviosas, un sonido inexplicable...)

Excelentísimo Sr. Presidente Único de la República Serenísima de la Gran Medusa.

Al habla el General Banano Agudo:


Ejecutando las ordenes aprobadas por el Consejo de Ministras que Usted preside y con objeto de restaurar el honor de la República, mancillado por gandul sagaz en las nalgas pilosas de nuestro Embajador, Sr. Zenmaja, el Tercer Ejército de la República, formado por 353.047 hombres y mujeres de diversa orientación sexual (un 16% de ellos reclutados en el díscolo barrio de Ascensión Xirivella), 1.500.000 chihuahuas, miles de carros de combate, patines in-line, bicicletas tándem y aviones anfibios cargados con peces pútridos y sebos levantinos, ha comenzado el asedio del, en ocasiones, material territorio del señorío del sie7e. Nuestros batallones metafísicos, comandados por el capitán Blasonería Vito, cuidan del asedio por su lado inmaterial.

Ya hemos arrasado los campos de cultivo que rodean el cráneo del gigante Ymir, hemos infectado las canalizaciones de agua con constantes micciones de la muchachada, los lobos que hacían girar el Sol y la Luna se han encaprichado de nuestra chihuahua más atractiva y con ella gozan encerrados en una jaula (por lo que el movimiento de los astros se ha detenido en un bello crepúsculo sin fin frente al que se fotografían nuestros soldados por parejas), y hemos tomado posesión de los innumerables moteles que rodean el señorío, estableciendo nuestros cuarteles generales en los cuatro más pomposos y acogedores, todos ellos elegantemente iluminados por sugerentes neones: "Pink Salón", "Xanadú", "Burbujita´s" y "La Diosa".
En este último me he instalado yo, Banano Agudo, y debo comentar que no le falta detalle, si bien le sobra alguna foto de gandul sagaz con los ojos en blanco.

Ha comenzado el asedio y en estas condiciones no nos importa que sea largo, pues nunca será tedioso.

La población sitiada se muestra nerviosa asomándose inquieta por las cuencas oculares de Ymir. El ulular de los Oscuros Retoños, tristísimo, enerva a los chihuahuas, pero llega muy amortiguado a este cálido salón desde el que le hablo acodado en la barra por la que desfilan con donaire bellas lugareñas que son un primor.

Sin noticias del Embajador.

A la espera de sus órdenes. ¡Viva el Presidente Único! ¡Viva la República!

(...toses, risas, un cristal roto, música sensual...)