30.3.07

Acto segundo. Escena primera


Personas del Acto Segundo

TOMOYA I
EMBAJADOR TORRIJA
DIGA LA ÚNICA
TRES TOMATES DEL PERELLÓ
SRTA. MARIA UNPAJOTE
UNA BERENJENA
MANUEL DE LA CALVA

Salón Gasparini de Palacio. Bonitos retratos de Tomoya I, ecuestres unos, reclinado en su chaise-longue los otros, y también una bonita escena pastoril de Diga la Única, rodeada de cabras y con su chihuahua favorito en brazos, ornan las paredes. Por los amplios ventanales, abiertos de par en par, entran todo tipo de hortalizas, bonita ofrenda que los simpáticos habitantes de Tomoyasville hacen a su Presidente.
Tomoya I y el Embajador Torrija pasean por la estancia evitando pisar berenjenas, tomates y garrofó.

TORRIJA: Te adoran Presidente.
TOMOYA I: Lo sé, azucarada Torrija, ello es evidente.
TORRIJA (observándose los nudillos): Es esta magnificencia, este entarimado de bambú chino, nuestra fértil huerta, lo que Zepporro añora. Sin mencionar lo cuadrogénico que quedas en los óleos, Presidente. Recuerda que el pobre Zepporro Máximo siempre tenía que hacerse retratar en formatos panorámicos, para que cupiese su Mandíbula Máxima.
TOMOYA I: Eso es así, zalamero Embajador, fritos tenía a los Pintores Presidenciales que veían cómo menguaba su cotización en las casas de subastas por el horripilante perfil de susodicho modelo. Desde Carlos II el Hechizado no se había visto mentón similar.
TORRIJA (rascándose el cuello): ¡Ah, la envidia cetrina, qué cetrina es! Por no mencionar al otro descerebrado, sus ojos en blanco, su burda estrategia de crispación y conspiración, su barato Ministerio de Propaganda que apenas puede pagar una botella de Marmitón a un músico ambulante para que le componga un festivo vejamen.
TOMOYA I: Bueno, hay que reconocerle al músico etílico que estuvo cumbre con aquello de...

(Tomoya I cantando con melodiosa voz)

“Llamó el amor y con María
toó wena estaba, la tía jodía. (wena jodía)”

TORRIJA (haciendo coros): ...wena jodía...
TOMOYA I: Y qué me dices, piloso Embajador, del patético manuscrito falso que delata el terrible parkinson de mi cuñado. Yo en el fondo le aprecio y me duele ver su estado físico y psíquico, pues Nacida Igual no es en balde nacida igual a él, si bien los iris de mi amada son redundantemente iridiscentes y no hay, de momento (tocando madera), síntomas de padecer ese terrible mal ni de sufrir demencia senil.

(entra por la derecha DIGA LA ÚNICA con un bonito miriñaque)

DIGA LA ÚNICA: Las mijillas, las mijillas...¡Resoplan!
TOMOYA I: ¡Querida, por favor! ¡No es necesario simular ahora enajenación ni envío de mensajes ocultos a su hermano D. Régulo Vientre Plano! Observa que no hay Oscuros Retoños Espías en este Salón Gasparini y ya sabes que el Embajador Torrija es de una fidelidad insobornable.
DIGA LA ÚNICA: ¡Embajador Torrija! ¡Dichosos los ojos que le ven tan fornido, tan vestido a la par que velludo y con sus acostumbradas manías!
TORRIJA (peinándose el vello de sus falanges primeras): Dichoso este humilde diplomático al contemplar tamaña beldad, cara de la cruz que, con perdón, es su hermano de usted.
DIGA LA ÚNICA: ¡No hable así de mi alucinado pero querido hermano! ¿Así es como paga el dulce tormento con que gentilmente le obsequió? Dígame, Embajador Torrija ¿un café?
TORRIJA: Sí.
TOMOYA I (señalando el suelo): ¡Deteneos! ¡Mirad a vuestros pies!
DIGA LA ÚNICA y TORRIJA (al unísono): ¡Medusa Divina! ¡Tres magníficos tomates del Perelló!
TOMOYA I: ¡Y habéis estado a punto de pisarlos, insensatos! Yo, por los poderes que me otorgo, propongo lo siguiente, hagamos una bonita Sentadilla Cómica y recojámoslos.

(Hacen la sentadilla y los recogen)

TORRIJA (admirado): Son magníficos. Los ciudadanos de Tomoyasville sin duda os adoran, Presidente.
TOMOYA I: Pediré cuchillos, platos, aceite y sal. ¡Chambelán! (y da dos palmadas)

(entra por la izquierda MARÍA UNPAJOTE)

TOMOYA I, DIGA LA ÚNICA y TORRIJA: ¡María! ¡Tú! ¡Qué rápido!

(cantan)

“toó wena estaba, la tía jodía. (wena jodía)”

MARÍA UNPAJOTE (cimbreándose): Sí. Yo. Ya estoy aquí, corazones.
TORRIJA (con gesto de arremangarse): ¿Pues no deberías estar retozando con Zepporro Máximo según lo acordado?
MARÍA UNPAJOTE: ¿A qué viene tanta sorpresa? ¿A qué tanto tomate? Toda la República conoce la fugacidad de los desahogos zeporrianos.
DIGA LA ÚNICA (los ojos en blanco): Las mijillas, las mijillas...¡Resoplan!
TOMOYA I: ...tranquila querida, tampoco ahora es necesario el fingimiento... ¡Gran Medusa, cuánto teatro! ¡Acabaremos todos locos! Qué duda cabe que este aburrido juego de agentes dobles y triples acaba confundiendo incluso a una mente tan preclara como la tuya, amada Diga. Qué hastío, qué follón, qué jaleo, qué enloquecido juego de espejos, ora cóncavos, ora convexos, qué delirante guión de novela negra chandleriana... ¡Todos, todos espías, todos agentes triples, todos cobrando, todos dando, todos recibiendo, todos intercambiando fluídos, favores, genes, cromos, insultos! ¡Qué desatino, cuánta maldad y egoísmo, cuánta vanidad, lujuria, gula y pereza, cuánto amancebamiento, qué tiberio, qué... (haciendo una sentadilla se agacha y recoge una berenjena)...¡Qué berenjenal!

(alzando los brazos al cielo)
¡Gran Medusa, qué harta debes estar! ¡Si hemos pecado, si de ti no somos dignos, manifiéstate!

(Suenan cuatro golpes en la puerta derecha)

TODOS (abrazándose y rascando el cuello al Embajador Torrija): ¡Oh!

(se abre la puerta y entra MANUEL DE LA CALVA)

TODOS: ¡Manolillo!
MANUEL DE LA CALVA: Presidente Tomoya, según lo acordado le traigo información del Condado de Ascensión Xirivella, la población está nerviosa, se dice, se cuenta...
TOMOYA I (cogiéndole de los hombros): Cuéntame Manolillo, cuéntame. ¿Qué se murmura? ¿Cómo está mi buen Zepporro? ¿Y Zar Polosco? ¿Acaso no son el mismo? ¿Sigue feliz, felicísimo, en su locura? ¿Qué se comenta, qué se bisbisea entre tintorro y tintorro? Dime fiel Manolillo ¿qué se canta?
MANUEL DE LA CALVA (cantando):

“un inglés dijo yeyé y un francés dijo lalá”

TODOS: ¡Qué condición tan mudada!


(siguen entrando hortalizas por los ventanales, como durante toda la escena, y el suelo está lleno de ellas)


TELÓN. FIN DEL ACTO SEGUNDO, ESCENA PRIMERA.

23.3.07

Variatio delectat


Querido Cuñado (no el séptimo, pero sí uno de mis sie7e cuñados):

Es en la desgracia cuando alcanzas cotas más altas de lirismo, cuando te muestras impepinablemente humano, demasiado humano como diría tu querido Nietzsche. La nobleza de la caída, la triste estampa del perdedor, te recubre con una pátina de color aceitunado y reflejos dorados que te hacen aun más atractivo. Bogart lo convirtió en un arquetipo y no veo por qué a ti no deba funcionarte igual de bien. No desesperes, tienes el porte, la mirada triste y el bonito ademán del fumador melancólico.

He visto a María, por delante y por detrás, y puedo comprender tu desespero. Por mi proverbial empatía puedo sentir asimismo la noche que sientes negra como su ausencia, el frío que te hiere como puñal vengador. Del mismo modo puedo entender la enajenación de mi Embajador y puedo prever su deriva futura hacia vulgar pelele. Nada se puede hacer ya por él, sólo celebrar su éxtasis actual y contener en lo posible su reguero de baba. Carpe diem y el vivo al bollo.

Pero si, tras nuestro inocente desencuentro, puedes aceptar un humilde consejo de cuñado que ama a la que es Nacida Igual a Vos, no te muestres débil ante la causante de tu desgracia (Zar puede darte clases de despecho, ha cursado un Máster). Ignórala, preséntate con tu mejor y más negro uniforme a su boda (el de la cabra primigenia bordada en hilo dental), y no cometas la vulgaridad de hacerte acompañar por sinuosa mujer, es un recurso demasiado obvio. Preséntate sin nadie de tu brazo, libre, arrogante y con paso firme, con una cordialidad indiferente y elegante en el gesto.

Veo que a Zar, como no podía ser de otro modo, le ha alegrado la felicidad amorosa del Señor del Cafesí que se une a la felicidad oceánica de toda Ascensión Xirivella. Ya resuenan las trompetas en las ubérrimas tierras de la República, ya todos sus habitantes practican la Sentadilla Cómica, ya se han enviado invitaciones a todos los mandatarios del planeta, ya la guerra ha terminado.


La primavera ha llegado justo a tiempo y Carmen Miranda y la Orquesta de Benny Goodman ensayan su actuación para la ceremonia.

Cuñado mío, celebrémoslo y con nuestro abrazo ante la prensa sellemos la paz. El Consejo de Ministras está redactando un generoso Plan Tomoya de Reconstrucción del Señorío del Sie7e (PTRSS).

Sí, Zepporro mío, tú lo has dicho, viva el amor.

20.3.07

Canastos


Por darle gusto al señor del sie7e diremos que, anoche, estando yo en la chaise-longe releyendo las obras completas de Milo Manara, siete golpes sonaron en la puerta de mi gabinete privado.
Abrióse la susodicha puerta y, a contraluz, se recortó la inconfundible silueta de mi querido Embajador.

“He vuelto, las patinadoras con sus rodillitas están en el patio y ella es mi delirio”

Nos fundimos en un abrazo y se le escapó un quejumbroso ay.

“¿Quién es ella?” pregunté.
“Está ahí fuera. Si das tu permiso...”

La figura que se recortó ahora a contraluz me pareció haberla visto en algún libro de ilustraciones de pin-ups. La señorita María Unpajote se sentó junto al Embajador Torrija en cariñoso acomodo. El atuendo de ambos era escasísimo, como de personas fugitivas que hayan vagado entre zarzas desgarradoras en noches de tiniebla y pedernal.

Era obvio suponer lo acaecido. Tras 40 días de castigo sistemático, torturadora y torturado habíanse enamorado con frenesí y planeado, entre palmadita y palmadita, la fuga. Aprovechando el característico embobamiento de los Oscuros Retoños, multiplicado por las circunvoluciones y piruetas de las patinadoras republicanas, Torrija y María alcanzaron una de las pequeñas puertas de abastecimiento del cráneo de Ymir. El anciano senil que la custodiaba apenas pudo hacer nada ante los encantos de María.

Tierra de nadie, alambradas, las mencionadas zarzas y unas amables patinadoras les condujeron hasta el motel “La Diosa” donde, ebrio, les recibió Banano Agudo.

He dictado orden de levantar el asedio al cráneo de Ymir. Mi querido barbudo ha vuelto a casa y el brillo de su iris y el arrebol de sus mejillas me dice que el trato ha sido bueno. Olvidaremos de momento los inocentes agravios de mi cuñado y pensaremos que sus blasfemias han sido producto de un desvarío pasajero.

Banano Agudo, acompañado de La Diosa, y las tropas republicanas vuelven a la metrópoli y haremos coincidir los festejos de su regreso con la Boda del Siglo a la que todo el orbe está invitado.

Torrija Valija Zenmaja, Embajador Plenipotenciario de la República de la Gran Medusa, Señor del Pla de la Mestra, Osito Panda de Oro de la Ciudad de Guilin y Barón de las Sentadillas, se casa con la Señorita María Unpajote, en fecha por determinar y en ceremonia civil celebrada, por los poderes que me otorgo, por éste que les escribe, felicísimo, Tomoya I.