20.3.07

Canastos


Por darle gusto al señor del sie7e diremos que, anoche, estando yo en la chaise-longe releyendo las obras completas de Milo Manara, siete golpes sonaron en la puerta de mi gabinete privado.
Abrióse la susodicha puerta y, a contraluz, se recortó la inconfundible silueta de mi querido Embajador.

“He vuelto, las patinadoras con sus rodillitas están en el patio y ella es mi delirio”

Nos fundimos en un abrazo y se le escapó un quejumbroso ay.

“¿Quién es ella?” pregunté.
“Está ahí fuera. Si das tu permiso...”

La figura que se recortó ahora a contraluz me pareció haberla visto en algún libro de ilustraciones de pin-ups. La señorita María Unpajote se sentó junto al Embajador Torrija en cariñoso acomodo. El atuendo de ambos era escasísimo, como de personas fugitivas que hayan vagado entre zarzas desgarradoras en noches de tiniebla y pedernal.

Era obvio suponer lo acaecido. Tras 40 días de castigo sistemático, torturadora y torturado habíanse enamorado con frenesí y planeado, entre palmadita y palmadita, la fuga. Aprovechando el característico embobamiento de los Oscuros Retoños, multiplicado por las circunvoluciones y piruetas de las patinadoras republicanas, Torrija y María alcanzaron una de las pequeñas puertas de abastecimiento del cráneo de Ymir. El anciano senil que la custodiaba apenas pudo hacer nada ante los encantos de María.

Tierra de nadie, alambradas, las mencionadas zarzas y unas amables patinadoras les condujeron hasta el motel “La Diosa” donde, ebrio, les recibió Banano Agudo.

He dictado orden de levantar el asedio al cráneo de Ymir. Mi querido barbudo ha vuelto a casa y el brillo de su iris y el arrebol de sus mejillas me dice que el trato ha sido bueno. Olvidaremos de momento los inocentes agravios de mi cuñado y pensaremos que sus blasfemias han sido producto de un desvarío pasajero.

Banano Agudo, acompañado de La Diosa, y las tropas republicanas vuelven a la metrópoli y haremos coincidir los festejos de su regreso con la Boda del Siglo a la que todo el orbe está invitado.

Torrija Valija Zenmaja, Embajador Plenipotenciario de la República de la Gran Medusa, Señor del Pla de la Mestra, Osito Panda de Oro de la Ciudad de Guilin y Barón de las Sentadillas, se casa con la Señorita María Unpajote, en fecha por determinar y en ceremonia civil celebrada, por los poderes que me otorgo, por éste que les escribe, felicísimo, Tomoya I.

4 comentarios:

Zar Polosco dijo...

Seré parco como antesala, mañana, confío, de ser extenso.

Me congratulo de la felicidad del Barón de las Sentadillas. Todos sabíamos, por evidente, que la señorita Unpajote era el camino. No mora en la feliz felicísima Ascensión Chirivella la intención de poner puertas al amor. Pelillos barbados a la mar.

GaNDuL SaGaZ dijo...

En terrenos de ceniza, calcinados, sin verdores, mientras me lamentaba a Naturaleza y mi pensamiento vagaba al azar, sintiendo en mi corazón clavarse el puñal, vi, en pleno mediodía, descender sobre mi cabeza una oscura nube grande y tempestuosa que llevaba un rebaño de viciosos demonios, parecidos a enanos crueles y curiosos.

Pusiéronse a contemplarme fríamente y, como hablando de algún loco que pasa, les oía reír y murmurar entre sí y cambiar más de un guiño y más de un ademán.

"Contemplemos a gusto esta caricatura, esta sombra de Hamlet que imita su gesto, la mirada indecisa y los cabellos al viento, ¿no da pena ver a ese vividor, ese vago, ese histrión sin teatro, ese gracioso que, porque sabe representar con arte su papel, quiere interesar con sus cantos de dolor a las águilas, grillos, arroyos y flores e incluso a nosotros, autores de estas viejas rimas y recitarnos a gritos sus públicas parrafadas?"

Hubiera podido (mi orgullo, alto como el monte, domina la nube y el clamor de los demonios) volver simplemente mi cabeza serena, si no hubiese entre su tropa obscena, ¡crimen que no hizo tambalear al sol!, la reina de mi corazón, de mirada sin igual, que se reía con ellos de mi sombría tristeza y les hacía, a veces, alguna sucia caricia.

María, siempre te recordaré.

Zar Polosco dijo...

Las mejores galas vestirán nuestros felices cuerpos el día dichoso que se consume el enlace entre el Señor de Cafesí y la virginal y castísima María Unpajote. Engalanaremos nuestra humilde plaza cual villorrio en día de fiesta patronal por tan magno acontecimiento. Ebrios de amor, rezumando ternura, nuestras almas se complacen al escucharlos llamarse mi vasito de leche o decirse no, cuelga tú, no tú, no, los dos a la vez, una dos y tres, no has colgado, tú tampoco, no seas tonto. Muy felices seremos cuando inauguren el baile con el dilecto embajador interpretando sus célebres sentadillas, que tanta gloria y tanto lustre han dado a su nombre. Sí, Ascensión Chirivella se une de facto a tanta alegría con algarabía y entusiasmo. Han sido tortuosos los días pasados, pero, ante tanta dicha, nos congratulamos y festejaremoslo.

Viva el amor.

independent dijo...

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